Pues ahora a mí me quedan sólo dos cosas que puedo hacer:
aflojar los pensamientos, sensaciones y imágines,
dejándolos disolverse dentro de tu cielo, y
largar las velas
del pequeño velero valiente
para llevarnos en la mar de encajes,
que encierra, lista a extender sus manos a los jóvenes magos tan sinceros, sensibles y estrafalarios y a abrazarles,
una misteria fantástica, un secreto ardiente del universo.